Como todos sabeis, no digo nada nuevo si hablo del boom del dulce. Ese maravilloso (para algunos) mundo de los cupcakes, cakepops, la pasta de azúcar y todo lo que ello conlleva.
A mi, sinceramente, me cautivó desde el principio (estaba un poquito cansada de comer tarta de milhojas cumpleaños tras cumpleaños) y, en cuanto descubrí un pequeño y maravilloso rincón de A Coruña llamado Sweet Place, me rendí a él nada más probarlo.
Debo confesar (parezco cierta cantante en este momento) que nunca he sido muy cocinitas, no por ganas sino por pereza. Pero casualmente tengo dos maravillosas amigas que son unas reposteras de categoría y que han ido pegándome el gusanillo poco a poco.
La sorpresa llegó el día de mi cumpleaños: cuando me dieron el regalo....me quedé de piedra. Era una mezcla de emoción y un "de ésta no me libra nadie", ya no había excusa.
Mis amigos me acababan de regalar un curso de Cakepops, unas pequeñas obras de arte. Y como no se fiaban demasiado de mi (el curso era un domingo de muy buena mañana) Valentina se ofreció a acompañarme.
El curso lo impartía Julia, una mujer encantadora y que consigue que adores lo que estás haciendo.
Y este fue el resultado:
Eso sí, pasamos cuatro horas moldeando y amasado, pero mi hermano no tardó más de media en dar buena cuenta de todos y cada uno de ellos :D