Muñeca de Trapo

 

Sales a la calle, comienzas a caminar y están por todos lados. Podría decir que hay una en cada esquina, pero realmente me quedaría corta. Son más.

Hay miles de tiendas en la ciudad. Entramos y salimos de ellas, pero la mayor parte de las veces nos dejan indiferentes.

Sin embargo, hay otras tiendas en las que al entrar sientes su esencia. Sientes que te transmiten algo, tienen alma.

Son tiendas que hacen que tengas ganas de volver para poder ojear sus nuevas colecciones, pero que también hacen que el cuerpo te pida volver a ellas por el simple hecho de contemplarlas, de volver a sentir su magia.

Hace casi dos años que yo sentí esa magia por primera vez. Tomaba un café en la terraza de una cafetería en Sanxenxo y por delante pasó una chica con una bolsa que me enamoró.

Y yo quería una de esas. Así que eché a caminar por el paseo de la playa de Silgar hasta que di con el cartel de la tienda: era igual que la bolsa.

No es que esté desequilibrada sino que colecciono bolsas especiales y ésa lo era (y mucho).

Así que allá me fui, pensando que sería una tienda más, que sería lo de siempre: entrar, encontrar alguna cosa que me gustara, comprarla y salir de allí (bolsa en mano).

Me equivoqué. Me encontré con Muñeca de Trapo. Un rinconcito en el que perderse.

 

 

Un lugar en el que todas y cada una de las piezas de sus colecciones están escogidas con mucho mimo gracias al gran trabajo de su dueña Sharay. Mimo que también ha puesto en la elección de su equipo, que da la forma definitiva a la personalidad de la tienda.

Y ese cariño que pone en las colecciones es el mismo con el que trata a sus clientas. Y siempre vuelven.

Sólo me queda reconocer una cosa: Soy Adicta a Muñeca de Trapo.